¿Cómo eran los Castillos de Mota y de recinto fortificado?

El emplazamiento del castillo se elegía por su papel estratégico, pues desde él se tenían que defender las tierras del señor feudal, a la vez que se manifestaba su poder. Algunos recintos fortificados se abandonaban en ocasiones en beneficio de otros más adecuados, por motivos de la estructura social regional y de los cambios violentos que experimentaba. Cabe añadir que, a veces, se producía la reagrupación de varios castillos.

Estas construcciones contribuyeron a la transformación del paisaje rural atrayendo enseguida a su alrededor a grupos de población; además, con frecuencia fueron el origen de la creación de burgos o aldeas. De todas formas, no resulta sencillo establecer en cada caso si fue el castillo el que dio lugar al pueblo o al revés. El castillo solía sustituir a una curtis estableciéndose en el centro de una explotación. En ocasiones, el castillo intentaba instalarse cerca de un monasterio. Su establecimiento no tenía por qué ocupar a la fuerza el lugar de un antiguo núcleo de población. Cuando se decidía su construcción en un lugar poco poblado y bastante aislado, se requerían penosos trabajos de desbroce y de organización de la ocupación del suelo.

Su distribución, forma y estructura varían según las regiones. El emplazamiento para la vivienda revestía especial importancia en las zonas fronterizas. Estos territorios no poseían límites lineales sino que estaban definidos por la ubicación de plazas fuertes, desde las cuales los señores podían atacar y asegurar la protección de los habitantes. El castillo fronterizo constituía el mayor símbolo del poder de un soberano frente a enemigos y vecinos. Otros castillos velaban por la vigilancia de los caminos y se enriquecían gracias a los portazgos, exigidos como derecho de paso a través de las tierras del señor.
     En el terreno táctico, el castillo tenía que disponer de todos los elementos necesarios para la defensa del lugar. El adversario podía atacar escalando, arrojando artillería o con atalayas móviles. También podía excavar una mina subterránea o abrir una brecha en la muralla. La táctica del sitio se utilizaba con mucha frecuencia, por lo que la plaza fuerte debía estar preparada para afrontar un largo periodo de aislamiento. El profundo foso que rodeaba al castillo era la solución más eficaz contra la escalada. El donjón central se hallaba rodeado de varios muros que permitían una resistencia aún más efectiva. Los baluartes protegían las cortinas, y las torres de los ángulos facilitaban la defensa radial. Además, las puertas eran escasas y se encontraban muy protegidas. La muralla solía construirse con sillería de tamaño medio, en él se abrían numerosas troneras, y estaba rematado por un parapeto almenado, en ocasiones con matacanes. Los muros estaban reforzados en la base, sobre todo los de las torres y el donjón, por medio de taludes.

Castillo de la Mota desde otra panorámica


En los albores del siglo XI, apareció el castillo de mota en Europa occidental, entre el Loira y el Rin. Los más antiguos de Inglaterra fueron construidos por los emigrantes normandos y datan de mediados de ese mismo siglo. Este tipo de fortificaciones no aparecen en la península Ibérica. La forma más extendida fue la colina troncocónica; en el siglo siguiente, la forma de cuadrilátero con esquinas redondeadas se fue convirtiendo en la más corriente. Para llegar a la mota, desde el interior o el exterior del recinto, se utilizaba una pasarela sostenida por grandes maderos, que unía el exterior del foso con la cumbre de la mota. En ocasiones, se reunían dos o tres motas por razones defensivas o en función de la situación familiar de los señores.

Caballeros Medievales en una recreación Histórica en el Castillo de la Mota

Se puede establecer una evolución continua desde la mota primitiva del siglo X hasta la casa fortificada de mediados de siglo XIII. Las primeras se situaban en los altos y son anteriores a las que se construyeron en el llano, que no aparecieron hasta principios del siglo XIII. Las motas situadas en esos cerros son circulares y esbeltas, con una pequeña superficie en la cubierta y fosos sin agua muy profundos. Las motas de espolón se adaptaban a las condiciones naturales mientras que los otros tipos, en general de forma ovalada, se construían en pendiente. Un tercer tipo de mota se alzaba en el borde de una meseta y dominaba toda la ladera que descendía hasta el valle o vigilaba el camino. La mayoría de las motas de los llanos presentaban forma rectangular o circular. La planta se adaptaba al relieve natural, y la muralla menos elevada y el foso menos profundo seguían su forma.


Castillo de la Mota, medina del Campo, Castilla y León
Fuente de la Info;
http://www.almendron.com/arte/arquitectura/romanico/rom_04/rom_043/rom_0431/romanico_0431.htm

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