Las torres de defensa redondas eran más fáciles de defender que las cuadradas, porque no tenían esquinas débiles. Además, desde una torre circular los defensores podían lanzar flechas ardiendo en todas direcciones, dándoles más oportunidades de alcanzar a los enemigos que en las torres cuadradas que solo disponían de cuatro flancos, aunque es evidente que ni todos los burgueses medievales pensaban igual, ni todos creían en maximizar su potencia y fuerza en el ataque frontal, es por ello que no todas las torres eran redondas, pero a medida que se fue comprobando que su evidencia era clara en los masivos ataques, cada vez se fueron construyendo más y más castillos de esta clase, hasta que se fue expandiendo esta forma de construcción en todos los confines del Mundo.
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