La importancia de la peste hizo que mucha gente se volcara en la utilización de recursos y remedios populares que habían demostrado su efectividad para prevenir otra enfermedades.
Cualquier sugerencia, por rara que pereciera, era aceptada. Las había incluso de tipo "Mágico", que eran muy abundantes y gozaron de una grandísima difusión, como cabe suponer en una población supersticiosa e ignorante. Veamos una serie de Remedios que fueron pasándose de boca en boca y fueron más rápidos que el aire para que la gente se agarrasen a ellos como último reducto de salvación posible;
1º.- Llevar vestiduras "que no hagan inflamar la sangre", pues la subida de temperaturas estaba considerada como uno de los problemas más graves de la infección.
2º.- Consumir verduras y frutas, como melones, calabazas, lechugas, etc.
3º.- Beber "Vino flojo o rebajado con agua", porque "el dulzón se pudre y se convierte en cólera".
4º.- Dormir con las ventanas abiertas para que entre el sol.
5º.- Utilizar vestidos de fina lana o seda y proteger especialmente los pies y cabeza, pues "están lejos del corazón, que es la fuente de calor".
6º.-Hacer mucho ejercicio físico, como saltar, cazar a pie, luchar y practicar esgrima.
7º.- Tomar comidas calientes y sustanciosas. Y también coles, chirivías, zanahorias, carnero, gallinas y pimienta.
8º.- No tomar pescados viscosos, como las anguilas y las morenas. En todo caso, evitar que huelan mal. Si hubiera que consumir pescados, escoger los de la zona, aderezados con vinagre. Fritos o asados son también muy recomendables para la salud.
9º.- Usar mucho vinagre en todas las carnes, y jugo de naranjas y limones.
10º.-No comer "Pájaros que se críen cerca de lagos, como patos y ocas", ni "otras carnes húmedas en su naturaleza, ni tampoco lechoncitos"
De cualquier forma, la sensación de impotencia y la falta de conocimientos efectivos para atajar el mal condujeron a un estado de resignación que se hizo general y que fue descrito magníficamente en el libro "EL DECAMERÓN", donde decía lo siguiente; "Parecía que ante esta enfermedad, nada valían ni aprovechaban los consejos de los médicos ni las virtudes de las medicinas; más aún, ya fuese porque la naturaleza del mal no lo sufriese, ya porque la ignorancia de quiénes lo medicaban, nada sabían de sus causas y efectos y, por consiguiente, no podía ponerle un claro remedio, por lo que raro era el caso que se sanara y donde casi todos, al tercer día de aparecer los síntomas, quién antes, quién después, morían".
"Cito, Longe, Tarde", estas tres palabras mágicas venían a resumir la actitud de gran parte de la población frente a la peste:"Huir pronto, Lejos y Volver Tarde".
Fuente del Reportaje; Biblioteca de el Sol/ Angel Blanco.
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