La Peste Negra



En el año de 1348, hace hoy 663 años, una misteriosa enfermedad azotaba mortalmente sobre toda Europa.



Esto fue tal cuál estuviéramos hablando de un azote Bíblico de impresionantes características, entró en todos los lugares, estados, hogares alcurnias y sacudió fuertemente haciendo temblar profundamente los rincones más infranqueables de este lado del planeta,
Irrumpió con mucha virulencia en el seno familiar, arruinando ciudades, asolando campos, granjas y regiones enteras llevándose a la Tumba y de esta forma rápida y vil a una tercera parte de la población de cada lugar, pero hubieron poblaciones que las asoló completamente dejándolas fantasmagóricas totalmente y esta mortal enfermedad era ni más ni menos que la Peste Negra o Peste Bubónica, la cuál entraba en cada casa sin llamar, tanto si entraba como si salía y donde nadie tenía salvación a no ser que cumpliera escrupulosamente con unas órdenes de salud propia y salubridad en los alimentos, estaba crucificado seguro.



La Irrupción de la Peste Negra dio comienzo, asimismo, a un fatal ciclo en el que periódicamente hicieron su aparición nuevos brotes entre las aterrorizadas poblaciones y que sólo se detuvo en tiempos recientes, gracias a los progresos efectuados por la medicina en esa dirección. En la actualidad, sabemos que esta enfermedad se debía a un bacilo, y que se transmitía con la colaboración de las pulgas y de los roedores sobre los que que habitaban. Hoy conocemos también sus formas y los medios para eliminarla. Sin embargo, la rudimentaria medicina de la Edad Media encontró en ella a un enemigo enconado y brutal contra el que nada podía hacer, pues lo desconocían totalmente. Ese contagio era veloz y voraz, dando unos síntomas atroces ya que su fatal desenlace finalizaba irremediablemente con la muerte fulminante.

En dos o tres años fueron suficientes para diezmar Europa entera y dejarla en una situación crítica y vulnerable. El pánico y la angustia sembrados por la peste originaron un clima apocalíptico en el cuál tuvieron cabida actitudes de todo tipo. Así, los que se lanzaban a una vida de desenfreno, contratan con quiénes se refugiaban en la religión y en el pietismo. Era sin lugar a dudas, aquel oscuro mundo de muerte y decadencia, donde las largas procesiones de flagelantes parecían anunciar el juicio final.

Firmado Por; Ruud West( Especialista en Historias de Investigación)

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