León Tolstoi

La teatralidad, es inseparable de ciertas actitudes;
y, la teatralidad, hace dudar siempre de la sinceridad;
tal sucede con Tolstoi;
esta alma de profeta chino, enamorada por igual,
de la notoriedad y de la soledad, y que buscando
siempre la última, lo hizo de modo de exasperar
terriblemente la primera, es desconcertante y enigmática,
en su aparente y luminosa simplicidad;
este Dios pan de los desiertos rusos,
este Cakya Mouni de la estepa,
fugitivo de la ermita familiar,
es complicado como todos los problemas de la fisiología,
que un largo descentralizar de su radio de acción,
colocándolos en las movedizas y falsas perspectivas
de la metafísica y de la ética; la asumalidad, es decir la humanidad,
que es la forma verdadera e invariable, por la cuál se
puede científicamente explicar y clasificar ese
problema fisiológico llamado el Hombre.
Tolstoi, no fué el alma rusa;
Tolstoi fué el alma tártara,
todo el desierto estaba en él;
fué desierto en acción,
la estepa en marcha;
¿Hacia la Civilización?
¡No!;
Contra la Civilización.
Tolstoi no fué la síntesis del espíritu ruso;
el ruso está más cerca del espíritu civilizado.
Tolstoi fué el alma mongólica;
fué un gran chino inconsolable;
toda Asia estaba en Tolstoi; enorme, soñadora y brumosa.

Firmado Por; Ruud West

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